jueves, 23 de octubre de 2008

Viajes




Otro mundo: Marruecos

Los taxis son viejos desmontables, las piezas están sujetas con celo amarillento de lo rancio que está, ese amarillo de uña del pie vieja. El techo parece un mosaico, está remendado con multitud de materiales, que cubren los desperfectos provocados por el paso del tiempo. Como única banda sonora tienen el Corán. No suena del todo mal. Algo que he aprendido es que no solo impera la ley coránica, sino también la ley de la calle, el arte de la improvisación. En las rotondas tiene preferencia el que antes se meta en ella; hay frenazos, algunos bocinazos y escasos choques. Los ciclomotores se cuelan por huecos que no parecen que les va a dar cabida, pero salen airosas. Los cascos no existen y el límite de plazas tampoco; es normal ver a toda una familia circulando en una de ellas. El tráfico es desordenado, pero en el límite exacto del desastre. Es julio y hace un calor áspero, el sudor se seca en el mismo momento en que empieza a filtrar por los poros. ¿Para qué se necesita el aire acondicionado, si el sudor no deja huella?
Las calles están sucias y los niños nos persiguen vendiéndonos souvenirs a un dirham. Nos han visto darnos un beso y nos han pedido que lo repitamos. ¿Cuántos besos habrán podido ver en su corta vida? Pensarán en el extranjero como “los países de los besos”.
Dos hombres van cogidos de la mano y entonces uno piensa en si serán homosexuales, pero lo cierto es que ese acto es símbolo de buena amistad.
Nunca valoraré otra cultura si no es desde el relativismo cultural porque no hay una jerarquía en el mundo.

1 comentario:

TERESA CACHO ESTEFANÍA dijo...

Respecto a Marruecos, yo nunca he estado pero sí en el Cairo. Parece tener muchas semejanzas con tu descripción. Sobretodo lo que se refiere a religión, pobreza y el tráfico... solo decir que en el Cairo no existen los semáforos, o casi. Para cruzar, simplemente tápate los ojos y tírate! parece mentira que no haya más accidentes. Los coches viejos, por no tener no tenían ni cristales y si tienen un pequeño golpecito, qué más da si entre tando bollo no se encuentra el último.
Solo hay que salir de nuestro país para ser consciente de nuestra cultura.