lunes, 27 de octubre de 2008

Tienda de GoMiNoLaS

Las casillas de metacrilato insonorizan las fantasías, que rebotan de un lado al otro de la habitación como pelotas saltarinas. Las columnas son tan altas que haría falta una escalera para llegar a ellas, por eso las de arriba están repletas. Los focos son potentes, con el propósito de resaltar el paisaje multicolor, pero calientan las cubetas, haciendo que los gusanos de colores se peguen pringosos a las paredes. Las tapas se abren y se cierran creando una melodía agradable. Las pinzas suenan como los zapatos de claque, entre soplo y resoplo, impacientes por picar en alguna de las colmenas. El suelo está repleto de azúcar que cruje dulce entre los pies, elevando levemente las bocas que esconden en la comisura un hilillo de baba inconsciente. La sección de bolsas de patatas es intocable, pues cualquier movimiento podría hacer caer el castillo de naipes que forman. Las ansias incisivas de la voluntad silban en intimidad por una lista definitiva: martillos, huevos fritos, dentaduras postizas, nubes…

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