domingo, 15 de febrero de 2009

Tale of a TuB


La cámara oscura del ojo registra las paredes pintadas,
escuetas, mientras una luz eléctrica flagela los nervios
crómicos de las cañerías en carne viva;
semejante pobreza agrede al ego; sorprendida
desnuda en su mero cuarto actual, la extraña
persona que aparece en el espejo del lavabo
adopta una sonrisa pública, repite nuestro nombre,
aunque reflejando escrupulosamente su pánico habitual.

¿Hasta qué punto somos culpables cuando el techo
no revela ninguna grieta descifrable? ¿cuando el lavamanos
que lo soporta no tiene otra manera santa
de invocar la ablución física, y la toalla
niega secamente que las fieras caras de troll acechen
en sus explícitos pliegues? ¿o cuando la ventana,
cegada por el vapor, ya no deja entrar la oscuridad
que amortaja nuestras expectativas con sombras ambiguas?

Hace veinte años, la bañera familiar engendraba
un montón de augurios, pero ahora sus grifos
no originan ningún peligro; todos los cangrejos
y los pulpos-forcejeando más allá del alcance de la vista,
aguardando alguna pausa accidental en el rito
para atacar de nuevo-se han ido definitivamente;
el auténtico mar los rechaza y arrancará
la fantástica carne hasta el mismísimo hueso.
Nos zambullimos; bajo el agua, nuestros miembros
fluctúan, ligeramente verdes, tiritando con un color
distinto al de nuestra piel. ¿Podrán nuestros sueños
borrar alguna vez las pertinaces líneas que dibuja
la forma que nos encierra? La realidad absoluta
logra introducirse incluso cuando el ojo rebelde
se cierra; la bañera existe a nuestras espaldas:
sus relucientes superficies están en blanco, son verdaderas.

Sin embargo, los ridículos costados desnudos
exigen siempre algo de ropa con la que cubrir
tal desnudez; la veracidad no debe campar a sus anchas:
el día a día nos obliga a recrear todo nuestro mundo
disfrazando el constante horror con un abrigo
de ficciones multicolores; enmascaramos nuestro pasado
con el verdor del edén, con la pretensión de que el brillante fruto
del fruto renazca a partir del ombligo de esta pérdida actual.

En esta particular bañera, dos rodillas sobresalen
como dos icebergs, mientras los diminutos pelos castaños se erizan
en los brazos y en las piernas formando un fleco de algas;
el jabón verde surca las revueltas aguas de los mares
que rompen en las playas legendarias; henchidos, pues, de fe,
embarcaremos en nuestro navío imaginario y bogaremos temerarios
entre las sagradas islas del loco, hasta que la muerte
haga añicos las fabulosas estrellas y nos vuelva reales a nosotros.

(Historia de una bañera, SYLVIA PLATH).

3 comentarios:

inBlo dijo...

Vaya!
ayer me dí un baño
después de un año
y ahora, sin querer,
me adentro en tu blog
después de un año
por lo menos que no te veo..

"casualidad"
Por donde andas?
Interesantes letras.
Y un beso.

inBlo dijo...

por cierto, soy el chino minino
muchacho alpino
del nebrija llegamoh
y a saber pa donde fuimoh.

inBlo dijo...

mira, he subido la entrada del poema qeu le encargué a alberto (el hermano de ruffo) para el corto que grabé en navidades, pronto subiré el enlace para verlo..